Labores del invierno
El vaho oloroso de la tierra oscura, excavada,
el ruido sordo y útil de la azada que abre un hoyo cuadrado, profundo,
raíces tiernas y blancas asoman entre los gasones.
Labores del invierno, gestos antiguos,
idénticos desde que se trabaja el campo.
Allí ponemos con cuidado el árbol frágil,
protegido, envuelto en trapos
que cubren su niñez. La tierra lo acoge, tibia, estremecida
en la tarde fría que se acaba.
El campo, como nosotros, necesita de cuidados, de humedad, de humus,
de donde procede –recordemos siempre-
la palabra hombre.
Para que un día, cuando ya no estemos,
su sombra acoja a los nietos,